El silencio y ciertos estímulos auditivos pueden influir de manera decisiva en la neurogénesis adulta, un proceso mediante el cual el cerebro genera nuevas neuronas.
Investigaciones recientes señalan que no solo la actividad física contribuye a esta regeneración, sino también señales auditivas específicas.
Un estudio encabezado por la científica Imke Kirste, del Centro de Terapias Regenerativas de Dresde (CRTD), en Alemania, reveló cómo estos estímulos provocan la proliferación de células precursoras. Los hallazgos fueron publicados en la revista Brain Structure and Function.
Para llegar a estas conclusiones, el equipo comparó los efectos de distintos sonidos en ratones, entre ellos ruido ambiental estándar, ruido blanco, llamados de crías, silencio y música de piano de Mozart, esta última irrelevante para los animales.
Los resultados mostraron que, con excepción del ruido blanco, todos los estímulos provocaron un incremento en la proliferación de células precursoras durante las primeras 24 horas, detectado mediante marcadores como Sox2, encargado de identificar células tipo 1/2a.
Esto confirma que el cerebro responde incluso a señales auditivas no específicas generando neuronas inmaduras aptas para su posterior integración.
Uno de los resultados más llamativos del estudio fue el papel del silencio, que demostró un impacto prolongado en la neurogénesis.
Tras siete días, los ratones expuestos únicamente a silencio presentaron un aumento notable de células marcadas como BrdU/NeuN, indicadores de neuronas en proceso de maduración.
En contraste, la música de Mozart, aunque efectiva al inicio, no logró mantener este efecto a largo plazo.
Estos descubrimientos sugieren que, paradójicamente, la ausencia de sonido puede funcionar como un detonante neurológico capaz de activar mecanismos de plasticidad cerebral.
El cerebro parecería interpretar el silencio como una señal relevante que estimula la generación de nuevas neuronas, a diferencia del ruido de fondo común que no produce cambios significativos.